Reseña: Sonata de otoño. Ramon María del Valle-Inclán

Resumen:
Ambientada en  norte de España, este episodio narra los últimos recuerdos que el Marqués de Bradomín (el más emblemático de los personajes creados por Valle-Inclán) guarda de su amada y prima, Concha.
Personajes:
Xavier de Bradomín: protagonista y narrador de la historia. Como personaje, es un noble de mediana edad, enamorado de su prima, la viuda Concha de Umbreso. Como narrador, sin embargo, es un hombre mayor que recuerda con cierta condescendencia su pasado de “Don Juan”.
Concha: mujer viuda de familia noble y amante de Xavier. La obra relata sus últimos días junto al Marqués de Bradomín.
Isabel: prima de Xavier, cuida a las hijas de Concha.
Candelaria: sirviente del castillo.
Florisel: niño, paje del castillo.
María Fernanda y María Isabel: hijas de Concha.
Don Juan Manuel: hombre mayor, también noble. Al parecer es el tío de Xavier.
Estilo:
El texto presenta rasgos claramente modernistas, desde la abundante adjetivación a la poderosa alusión sensorial durante todo el relato. La cantidad y exactitud de las descripciones ralentiza el tempo de la obra y la hace parecer, aludiendo a uno de los adjetivos más frecuentes en él, lánguido. Esa parsimonia está en sintonía con la estación que Valle-Inclán quiere retratar, el otoño, así como con el estado de Concha, que agoniza.
Todos los temas entretejidos en la obra y que constituyen el fondo de la misma tienen que ver con la nobleza medieval: escudos nobiliarios, castillos, caballos, cacerías… y están plagados de elementos delicados, como las rosas, los mirlos, las fuentes, las nubes… que crean una atmósfera casi de leyenda. Asimismo, también están presentes los ideales de belleza medievales: la piel blanca, los cabellos dorados de Florisel y las hijas de Concha…
La religión no queda tampoco sin representación en el relato: hay muchas alusiones a la espiritualidad, tales como los ropajes monacales que lleva Concha, las manos pálidas de Dolorosa, los libros religiosos, las oraciones de Concha con sus hijas o la comparación del Marqués con el demonio. Respecto a este asunto, el personaje más implicado es la mujer, que se siente culpable por traicionar a su difunto marido, sobre todo cuando esa relación es incestuosa. Poco antes de morir, además, Concha llama al marqués demonio, y cuando cae es ella misma la que adopta una mueca cruel, como si hubiera sido finalmente condenada.
El simbolismo también es muy importante: aparecen con mucha frecuencia fuentes, agua, rosas, cruces de caminos y laberintos. Todos ellos son símbolos modernistas por antonomasia. El agua es la vida, y la belleza, al igual que las rosas; y los laberintos y caminos representan vidas problemáticas o conflictos internos. Además hay una simbología que llama la atención especialmente en el relato: cuando las hijas de Concha llegan al castillo, la sirvienta las anima a cortarles las alas a las palomas blancas que llevan en las manos para así poder dejarlas sueltas dentro del castillo, tal y como le gustaba hacer a su madre cuando era joven. Este fragmento alude a la inocencia y pureza de las niñas, representada en forma de palomas blancas. El hecho de cortarles las alas simboliza la castidad, el recogimiento: si son discretas y castas, podrán lucirla en palacio sin peligro de que se pierda. Y que su madre gustara de hacerlo de joven, significa que ella ya dejó volar esa paloma, junto con su juventud, y posiblemente también que la relación con Xavier tiene algo que ver con esa inocencia perdida.
Los efectos sensoriales son muy importantes a la hora de leer esta obra, ya que la acción, en realidad, no es mucha. Lo más atrayente es sumirse en toda la adjetivación del texto, que es realmente evocadora: el murmullo de las fuentes, el olor de las rosas, el canto de los mirlos…
El romanticismo entre el marqués y Concha es quizá el único punto de rapidez de la obra, como si el autor quisiera que pasara inadvertido, rápido y silencioso. En esas escenas se alude repetidamente a la blancura y languidez de la mujer, que poco a poco se muere.
El final corresponde a la llegada del invierno, simbolizando así el fin del otoño y, por tanto, del romance y la vida de Concha, que se lleva presintiendo desde el principio.
Sugerencias de lectura:
Recomiendo una lectura muy reposada y paciente, recreándose en las sensaciones que produce el texto,  ya que la acción no es mucha, sobre todo al principio.

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