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7 mitos sobre los escritores

La imagen del escritor, como la de casi todas las profesiones o grupos sociales, se basa muchas veces en estereotipos. Rompamos algunos de los más extendidos:


1. Las novelas se escriben “del tirón”
Seguro que habéis oído a muchos lectores quejarse de lo mucho que tarda tal o cual escritor en terminar una novela. No es raro oír aquello de “¿Pero cuánto se tarda en escribir una novela?”. Algunos incluso hacen cuentas: “La novela tiene 500 páginas, y lleva más de un año escribiéndola, ¡no escribe ni dos páginas al día!”. Lamentablemente, esto no funciona así: las novelas no se escriben del tirón, llevan un proceso.


2. Los escritores son siempre personas excéntricas
Los escritores, en tanto que artistas, son personas curiosas por naturaleza, y esa curiosidad muchas veces lleva a tener aficiones o conocimientos “poco comunes”. Si eso es ser excéntrico, supongo que sí, los escritores son excéntricos, pero no tiene por qué darse a esta palabra una connotación negativa.


3. Los escritores son aficionados al alcohol y las drogas
Sobre todo desde la aparición de las Vanguardias, se tiene la falsa creencia de que la creatividad, el arte en general, sólo puede surgir mediante la utilización de sustancias que alteren el sistema nervioso, pero, tal y como os hemos ido mostrando en esta página, hay más maneras de despertar la creatividad.


4. Los escritores sólo se dedican a escribir
Por fortuna o por desgracia, no es fácil ganarse la vida escribiendo, y aunque algunos pueden hacerlo, no son una mayoría: al mayoría de los escritores tienen otros trabajos más o menos relacionados con su actividad literaria.


5. Todos los escritores saben mucho de literatura
El problema con esta afirmación es el concepto que se suele tener de “saber de literatura”. Conocer autores, obras y fechas de publicación no es lo mismo que saber mucho de literatura. Lo que realmente hace que una persona sepa de literatura es leer (leer comprendiendo), y los escritores son (casi) siempre lectores ávidos y receptivos.


6. Los escritores ganan poco/muchísimo dinero
Es extraño, pero los dos están bastante extendidos. Por un lado, hay gente que cree que la literatura no da para vivir, y mucho menos para hacerse rico, lo cual no es cierto al cien por cien: todos podríamos citar fácilmente unos cuantos escritores que han conseguido alcanzar la fama gracias a sus novelas. A ellos les debemos el segundo tópico: que todos los escritores están forrados. No creo que haga falta explicar que esto tampoco es cierto. Entonces, ¿cuánto gana un escritor? Me temo que depende de quién estemos hablando: no hay una norma general.


7. Hoy no hay mercado para los escritores
Da igual cuánto te aprecien tus familiares y amigos: si les dices que estás escribiendo un libro, lo más probable es que te suelten el típico “Pues con lo mal que andan ahora las editoriales...” o el tan odioso “Mejor dedícate a otra cosa, que eso no da de comer”. Es cierto que las editoriales, en general, hoy hacen menos apuestas, pero eso no quiere decir que no haya oportunidades: gracias a las plataformas de autopublicación y de publicación de libros electrónicos, hoy es más fácil que nunca ver nuestro libro publicado, aunque sea en versión digital, así que no dejéis que os desanimen.


¿Conocías estos tópicos? ¿Has leído u oído algún otro? ¡No te olvides de compartirlo en la caja de comentarios!

Escritores digitales. Pros y contras de la informatización del trabajo

Si bien es verdad que actualmente existen infinidad de programas y aparatos diseñados para los escritores, esto no quiere decir que la era del papel haya acabado; de hecho, desde aquí queremos invitaros a reflexionar sobre los pros y los contras del uso de herramientas informáticas en la creación de nuestros escritos.

PROS

1. Los programas específicos nos ayudan a desarrollar de manera más efectiva ciertos procesos de la escritura. La industria del software no para de crecer, y cada vez es más sencillo encontrar herramientas para crear elementos que de otra forma serían difíciles de organizar, como las líneas temporales.
2. Los datos informáticos están a salvo del desgaste material. Siempre que hagamos copias de seguridad tanto en dispositivos de almacenamiento externo como en internet (Dropbox, Google Drive, etc.) nuestros datos estarán a salvo de robos y accidentes.
3. En un ordenador, todo está localizado o se puede buscar fácilmente. Los buscadores son un gran invento, y sin duda pueden facilitarnos la organización de nuestra documentación, aunque todo requiere un poco de esfuerzo por nuestra parte: poner nombres de archivo reconocibles, no crear varios directorios para una misma cosa...
4. Trabajar con programas informáticos nos facilita enormemente la publicación de contenidos en internet. Evidentemente, si escribir directamente a máquina tiene alguna ventaja, esa es precisamente la de la inmediatez: una vez que hemos acabado un texto, unos pocos clics bastarán para verlo publicado y al alcance de nuestros lectores.
5. Nuestro trabajo es accesible desde cualquier parte del mundo. Especialmente si viajáis mucho y no os gusta ir cargados con discos duros, cuadernos de notas y bolígrafos, el almacenamiento en la nube es la mejor opción: vuestros datos estarán en cualquier equipo con internet al que podáis tener acceso.

CONTRAS

1. La gran diversidad de programas específicos. Algunos de los programas con los que contamos son tan específicos que necesitamos utilizar muchos para completar todo el proceso de planificación, redacción y revisión que requiere una novela. Además, incluso en el caso de que sean más completos, como Scrivener o Liquid Story Binder, cada escritor tiene unos gustos y unas necesidades específicas, por lo que es difícil que encontremos un programa perfecto.
2. Pérdida de datos. Precisamente la gran cantidad de programas que necesitamos provoca que tengamos, dentro de un mismo proyecto, archivos de muy distinto formato que pueden acabar siendo un problema en caso de que tengamos que trabajar en otro equipo o nuestro programa caduque o se estropee. Además, aunque hagamos copias de seguridad en dispositivos de almacenamiento, nuestro trabajo siempre está expuesto al robo e incluso al deterioro material, porque aunque los datos no sean tangibles, los objetos que los contienen sí lo son. Por eso, es muy importante crear copias en distintos dispositivos y en la nube.
3. Almacenamiento diversificado. Asimismo, con la proliferación de aplicaciones para teléfonos móviles y tabletas, no es raro que tengamos nuestros documentos repartidos en varios dispositivos, lo cual puede llegar a ser un problema si buscamos algún dato específico y no recordamos bien dónde lo habíamos puesto. La solución, por supuesto, consiste en organizarnos bien y sincronizar todos los archivos.
4. Acortamiento del tiempo de publicación. Antes los borradores se escribían en papel, ya fuera a mano o a máquina, y por tanto para corregirlos había que reescribir todo el documento de principio a fin. Eso aseguraba que las revisiones fueran concienzudas y equilibradas. Ahora, con los procesadores de texto, no son pocos los que abandonan la fase de revisión a mitad del escrito, y eso a veces nos lleva, por pura impaciencia, a publicar textos que no tienen la calidad necesaria.
5. Protección de datos. Guardar nuestros archivos en la nube es útil, pero no faltan las polémicas sobre si ese tipo de aplicaciones mantienen nuestros datos a salvo de posibles plagios.

¿Sois escritores digitales o de bolígrafo y libreta? ¿Qué otros pros y contras le veis al uso de ordenadores? Esperamos vuestra opinión en la caja de comentarios.

El proceso de edición

¿Qué es lo que pasa desde que una editorial acepta un libro hasta que éste se publica? Es lo que llamamos el proceso de edición, que vamos a desglosar aquí:

1. Revisión. Por mucho cuidado que hayamos puesto en nuestro libro, tendrá que ser revisado por un corrector profesional. La corrección en esta fase puede ser de dos tipos: de estilo y ortotipográfica. Ambos procesos puede llevarlos a cabo el mismo profesional, pero por lo general se prefiere dedicar a cada una un tiempo distinto.
La primera siempre será la corrección de estilo. En ella se busca que el texto pueda leerse de forma fluida, que  no haya expresiones farragosas y repeticiones... Puesto que hablamos de textos literarios, a veces este paso se obvia.
La segunda, y siempre necesaria, es la corrección ortotipográfica. En esta ocasión, el corrector eliminará las erratas y unificará tanto la ortografía de secuencias con varias grafías posibles como el uso de los recursos ortotipográficos (negrita, cursiva, comillas...). Esta unificación tiene que ver muchas veces con los criterios de la propia editorial.


2. Maquetación. Una vez que tenemos el texto limpio, es hora de darle forma. El maquetador fijará la fuente, el cuerpo, el tamaño de las páginas, las sangrías... Hoy en día, este proceso se realiza mediante programas informáticos, por lo que hay menos errores y es más rápido

3. Corrección. De nuevo, hay que revisar que todo esta correcto: los números de página, el formato uniforme, los pies de foto correctos y unificados... A veces también se detectan algunas erratas adicionales.

4. Pruebas de impresión. Se imprimen unos cuantos ejemplares para comprobar los colores, el formato y tamaño final del ejemplar... En esta fase se detectan los fallos del archivo y el resultado real de lo que se ha maquetado.


5. Impresión de las tiradas definitivas. Si todo va bien, el libro se imprime y se envía a las librerías.


Conocer el proceso de edición es útil para cualquier tipo de escritor, ya sea de obras literarias o de otros tipos de libros. Además, nos puede ayudar también a editar nuestras propias obras.


El pánico a la hoja en blanco

Se conoce con este nombre a esa indecisión que nos entra a los escritores al intentar pasar nuestras ideas a papel, o cuando queremos escribir pero de pronto no sabemos con qué rellenar esa hoja. Es un fenómeno muy normal, y normalmente responde al miedo a no escribir algo suficientemente bueno.
¿Solución? Muy simple: considera el papel como una herramienta. Cuando tengas una idea no te molestes en que quede bonita, al menos por el momento. Si es necesario escribe palabras sueltas y flechas, croquis, frases sueltas... no importa. Poco a poco la idea irá cobrando forma en tu mente y sabrás por donde empezar. Y si la idea aún no viene, no te preocupes. Sólo hay que dejarse encontrar por ella. Mira a tu alrededor, escribe palabras sueltas... (todo esto lo trataremos en otro apartado en el que te daremos algunas técnicas creativas para que superes esa sensación de "estar en blanco".) Y muy importante: escribe pensando en ti y en lo que escribes, no en quien pudiera leer lo que estás haciendo ahora, porque el producto final no está listo todavía. Mantén por tanto a ese crítico que llevas en tu cabeza callado.
Muy importante también para no sentirse acechado por ese papel vacío es que el soporte no sea muy valioso, me explico: no te compres un cuaderno caro para escribir tus borradores. Si te ha costado mucho o es un regalo que aprecias, probablemente nunca empezarás a usarlo por miedo a estropearlo. Utiliza cuadernos baratos, hojas sueltas de sucio (impresas por una cara, por ejemplo), sobres, los márgenes del cuaderno de matemáticas... (Sé que está feo decir esto aquí, pero si de pronto te asalta una idea, no la pierdas. Apúntala en cualquier sitio.) Todas esas palabras, frases, ideas, esquemas... cobrarán sentido cuando los releas, y a partir de ellos podrás crear muchas historias, poemas, etc.
Y si aun usando papeles en sucio no te sientes cómodo (pongamos que eres muy ecologista o no tienes papeles a mano), cualquier recurso es bueno. Puedes escribir en tu ordenador o, en último caso, en tu móvil. Además si usas este último soporte descubrirás una gran herramienta para tus microrrelatos, ya que cuenta el número de caracteres. ;)
Si aun usando estas técnicas no consigues vencer al vacío del papel o conoces algún otro recurso o truco, deja un comentario aquí y te responderemos encantados.

Feliz escritura