Reseña: El libro de los monstruos. Juan Rodolfo Wilcock

Argumento
En realidad este libro no tiene un hilo argumental, sino que es más similar a una colección de descripciones o un álbum de fotos de monstruos: seres que no han salido de ninguna mitología ni folclore, sino de la propia naturaleza del ser (¿humano?). Un bosque de imágenes que nos hará plantearnos hasta qué punto vivimos en una sociedad de monstruos y cuánto de ellos llevamos nosotros dentro.
Estilo
El libro se divide en capítulos de dos o tres páginas en letra grande; cada uno de ellos lleva por título el nombre de un monstruo y describe algo sobre él: su aspecto, su origen, sus características…
Las rarezas expuestas en este libro son a la vez un hito de la imaginación, puesto que ninguna de ellas ha salido del folclore o los mitos de tal o cual cultura, y una materialización de ciertas actitudes y comportamientos que, mal que nos pese, no nos son tan ajenos como querríamos. Lo verdaderamente aterrador de este libro es que, si bien al principio el lector puede incluso reír con monstruos en forma de cenicero, volcán o nebulosa indefinida, no tardará en reconocerse en muchas de las historias de estos seres y en plantearse si ese desdichado monstruo no podría ser él mismo descrito de la manera más fiel y cruda.
Cada capítulo es una unidad independiente del resto, como los artículos de una enciclopedia, por lo que los aspectos que se describen en  cada uno no son siempre los mismos: en algunos aparecerá el origen, en otros sólo sus características o sus pensamientos o, en algunos casos, su futuro. Pese a todo, el conjunto es coherente, tal y como lo sería un atlas exhaustivo de los comportamientos humanos o un catálogo de fauna urbana.
En cierto modo esta obra recuerda a Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, publicada seis años antes. Esta obra también presentaba un catálogo de descripciones destinadas a mostrar de forma sucinta una reflexión sobre la ciudad y los ciudadanos en forma de pequeños capítulos, cada uno de los cuales exponía las características de una ciudad con nombre de mujer. La innovación de Wilcock respecto a este título está en que, a pesar de que utiliza la misma técnica, su objetivo es mucho más directo (las personas como seres individuales) y los materiales más humanizados dentro de su poca humanidad. Mientras que Calvino nos muestra ciudades que podemos visitar, aunque sea sólo en nuestra imaginación, Wilcock nos da un espejo y nos invita a ver nuestro reflejo menos amable y asumir que somos más monstruosos de lo que creíamos.
Notas
Las obras que, como esta, ofrecen una doble lectura, deberían leerse sin prisa, en varias sesiones, de tal forma que dé tiempo a entender lo que quiere decir cada una de las descripciones y no quede sólo la imagen de un ser raro: el secreto está en tratar de comprender cómo surge y por qué es como es cada uno de los monstruos.

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