Argumento
Cándido es un muchacho inocente y aficionado a filosofar con su maestro, Pangloss, en los jardines del castillo del barón de Thunder-ten-tronckh, pero su vida feliz y acomodada pronto se trunca al enamorarse de Cunegunda, la hija de su señor. Cuando Cándido sale del “mejor castillo del mundo” se desatan una serie de peripecias que le llevarán por medio mundo.
Personajes
Cándido: el protagonista, un joven inocente y profundamente enamorado de su señora Cunegunda.
Pangloss: maestro en el palacio del barón y acérrimo seguidor de la filosofía de Leibniz.
El barón de Thunder-ten-tronckh: título que ostenta el padre de Cunegunda y que después es adquirido por su hermano.
Cunegunda: bella muchacha noble de setenta y dos linajes hija (y después hermana) del barón.
La vieja: ha pasado muchas penurias pro medio mundo, es muy sabia y astuta.
Jacobo: hombre que se apiada de Cándido cuando sale del castillo.
Cacambo: esclavo hispano
Martín: antiguo bibliotecario que vive en la indigencia
Paquita: muchacha del servicio del castillo del barón
Fray Alhelí: religioso atrapado en una orden de frailes
Valoración
Hastiado y pesimista, Voltaire escribe esta obra con un tono de pesimismo. Él, al igual que Cándido, ha pasado por medio mundo huyendo de unas y otras desgracias, pero a diferencia de él ha acabado por perder buena parte de la ilusión de su juventud. Hay quienes dicen que esta novela es una autobiografía deformada del propio Voltaire, que en cierto modo se ve reflejado, o le gustaría verse reflejado, en Cándido.
La novela es una crítica a la filosofía leibniziana, la misma que defiende el maestro Pangloss cuando dice que “todo sucede para bien” y que “éste es el mejor de los mundos posibles” sin importar las circunstancias en las que se encuentre. Voltaire quiere demostrar que aferrarse a esos ideales no hace que las desdichas se acaben, y que incluso cuando éstas parecen estar superadas, se descubre que el hombre no es un ser estático, sino que está condenado a “cultivar nuestro jardín”, a tratar de sacar provecho de un mundo que nunca cambiará.
Las peripecias de Cándido alrededor del mundo parecen conducirle siempre a la felicidad, pero una vez que llega se encuentra con que nadie es realmente feliz, todo el mundo ha tenido que pasar por unos u otros infortunios que han hecho su vida desgraciada. Eldorado es el único lugar donde Cándido cree encontrar ese bienestar que tanto anhela, pero incluso allí él no se siente pleno: es cierto que ha conseguido llegar a un lugar de leyenda donde nunca falta de nada y hay gente que se preocupa por él, pero el amor por su señora Cunegunda no le deja quedarse allí, e incluso lo que puede llevarse de tan maravilloso lugar se desvanece rápidamente en las manos de todos los que intentan arrebatarle sus posesiones y hacerle infeliz.
La esclavitud también se refleja en el personaje de Cacambo, un hombre de origen americano que sirve fielmente a Cándido. Cacambo no es liberado en ningún momento, pero es tratado de forma amistosa, en consonancia con el afecto que profesa a su amo. De aquí se desprende que Voltaire defendía la esclavitud, pero no la violencia hacia los esclavos, sino el ejercicio de un trato más humano.
Por último, aunque hay muchos más temas que valdría la pena mencionar al hilo de la novela, es obligado hablar de la religión y las religiones en Cándido: la sátira está servida. No son pocos los religiosos que aparecen a lo largo del relato, y casi ninguno sale muy favorecido del lance. Desde el brutal Inquisidor al ficticio papa Urbano X y su hija ilegítima, pasando por los jesuitas y franciscanos, todos están en el punto de mira por distintos motivos: brutalidad, incumplimiento de los votos, ansia de poder… Este tema es una de los más comentados cuando se buscan análisis de la obra, y es que Voltaire tenía visiones poco acordes con su época: él proponía un sistema liberal como el inglés para la religión, y criticaba el dogmatismo de la Iglesia Católica, así como su severidad y poca coherencia, sobre todo en lo tocante a la Inquisición. Por culpa de estas ideas fue perseguido durante algún tiempo.
Resulta llamativo, sin embargo, que cuando Cándido pasa por las ciudades más representativas de Europa (París, Venecia, Lisboa…) siempre encuentre lo mismo: gente infeliz. Incluso en Inglaterra le pasa. De hecho, si hubiera que proponer una frase para resumir esta obra, yo propondría “en todas partes cuecen habas”. No es extraño entonces que la novela acabe en las costas del mar Negro, en Turquía, allí donde ninguna Iglesia puede alcanzar a los protagonistas, aunque una vez allí sea donde descubran el sentido de su existencia.
En resumen, una novela con cierto tono pesimista que sin embargo resume muy bien todas las desgracias que se producían en la época en todo el mundo, desde las Américas hasta el mar Negro, y que tienden un velo de cruda realidad sobre el mito de la Ilustración; el reflejo más o menos fidedigno de la vida de un sabio como Voltaire.
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