Todos hemos quedado atrapados alguna vez por un relato de aventuras, una de esas historias trepidantes con personajes aguerridos que sabíamos que acabarían bien, pero que aún así nos tenían con el corazón en un puño hasta el final. La popularidad de este género reside en el ansia del ser humano por conocer y vivir experiencias sorprendentes, cualquiera que sea su edad. Por eso, el espectro de lectores es también mucho más amplio, y a la hora de escribir deberemos tener muy en cuenta si queremos ceñirnos sólo a una franja de edad o si preferimos dejar la puerta abierta para cualquiera.
El relato de aventuras es sobre todo entretenimiento: el objetivo principal es que el lector se divierta (aunque sea sufriendo por un personaje), por lo que utilizaremos recursos para que la acción predomine sobre todo lo demás y el ritmo sea trepidante. Frases cortas, verbos de acción, descripciones poco profundas, menos ahondamiento en el personaje que en otros géneros... Además, para enganchar al lector capítulo tras capítulo, es muy buena idea utilizar cliffhangers al final de cada capítulo.
Trama
La trama de un relato de aventuras deberá parecerse a una montaña rusa: todos sabemos que, salvo excepciones, acabará bien, y el recorrido en un principio parecerá corto, pero debemos plegarlo y dotarlo de obstáculos, tales como misiones secundarias (por ejemplo, si el protagonista quiere abrir una caja fuerte pero antes necesita tener la llave), enemigos o un terreno desfavorable. Además, como en cualquier otro género, podemos aderezarlo todo con una trama amorosa que dé también el punto de tensión interna al personaje.
Hay muchos tipos de trama para un relato de aventuras. Karen M. Hubert nos ofrece en su libro Teaching and writing popular fiction: horror, adventure, mystery and romance una pequeña clasificación que puede ser de ayuda para empezar a perfilar vuestro próximo relato:
-Secuestro: nuestro protagonista deberá escapar de un lugar al que ha sido arrastrado en contra de su voluntad.
-Exploración: la aventura empieza por la curiosidad que el protagonista tiene por un cierto paraje. En este tipo, la descripción sí será muy importante, al menos hasta que empiece la acción. Por ejemplo, Viaje al centro de la Tierra.
-Transformación: el protagonista sufre un cambio que le obliga a enfrentarse a un entorno que se vuelve hostil. Por ejemplo, El hombre menguante.
-Regreso: el protagonista lucha por volver a su hogar. Por ejemplo, La odisea
-Búsqueda: el protagonista tiene que alcanzar un objeto o un lugar para salvar a una persona o incuso al mundo. Por ejemplo, Indiana Jones
-Niño salvaje: tiene como protagonista a una persona que nunca ha vivido con humanos y que de pronto es encontrada. Aparte del relato de su extraña vida, la novela puede enfrentar al salvaje a introducirse en un mundo civilizado. Por ejemplo, El libro de la selva y Tarzán.
-Supervivencia: el principal objetivo del protagonista es superar los retos que le impone un entorno hostil. A diferencia del relato de transformación, la dificultad no estribará en un cambio del protagonista, sino de su entorno habitual.
Protagonista
Para ser el protagonista de un relato de aventuras hay que cumplir una serie de requisitos: ser atrevido, tener habilidades para sobrevivir y un imán para los problemas. Lo que más nos interesa de este personaje es que se arriesgue, que se atreva a correr peligros para alcanzar su meta. Así como en el relato de terror comentábamos que las acciones tenían que ser lógicas, en el relato de aventuras podemos hacer que nuestro protagonista roce la temeridad con efectos bastante satisfactorios. Además, puesto que pondremos el acento en sus acciones, su lado psicológico quedará más oculto: no quiere decir que no tenga una historia o ciertas debilidades, pero éstas pasarán más inadvertidas para el lector, salvo que queramos burlarnos de él por algún motivo humorístico.
Escenario
Cualquier lugar es bueno para correr aventuras, aunque siempre habrá unos más sugerentes que otros. Si utilizamos el esquema de la transformación, incluso un cuarto puede ser un escenario lleno de retos y peligros, pero en cualquier otro caso normalmente recurriremos a escenarios exóticos y llenos de peligros: ruinas egipcias con miles de trampas, selvas amazónicas pobladas por depredadores acechantes, un paraje desconocido con seres inventados... En cualquier caso, y salvo en los relatos en los que el interés esté precisamente en el escenario (exploración), la descripción no tendrá mucho peso, por lo que nos valdremos mucho del imaginario común: las selvas siempre verdes y sin senderos marcados, las ruinas egipcias llenas de polvo y piedras desgastadas...
Las historias de aventuras gustan a lectores de todas las edades. Por eso, no es de extrañar que existan tantas adaptaciones cinematográficas de este tipo de obras que, en el fondo, sabemos que acabarán bien, pero que nos gusta leer para sentirnos un poco más aventureros en nuestras vidas cotidianas.
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