Antes de ponernos a escribir nombres al azar debemos hacernos una idea de cómo va a ser nuestro mundo fantástico: sobre todo nos interesa cuántas «naciones» va a haber y si hablan lenguas distintas y, por ende, sus nombres serán bastante diferentes. Lo ideal sería crear una lista de características como las que vimos en el artículo anterior para cada nación. Por ejemplo, podéis intentar rellenar esta pequeña ficha:
Sonidos que más se repiten:
¿Utilizan nombres comunes como propios? (Como Rosa, Lluvia, Valeriano...):
Sufijos para «hijo de» (Como el -ez español):
Número medio de sílabas:
Acentuación (¿Los nombres son en general agudos, llanos o esdrújulos?):
Estructuras posibles de las sílabas:
Diferencias entre los nombres masculinos y los femeninos:
Nombres compuestos (¿Los hay?):
Otra opción es utilizar alguna de las páginas de creación de nombres ficticios que os citamos en el artículo de software para crear personajes.
Nombres reales en un relato fantástico
Una novela puede llegar a tener muchos personajes. Es más que probable que haya una buena cantidad de ellos que sean secundarios, terciarios o incluso de fondo pero que, aún así, necesiten un nombre para una escena concreta. Crear tantos nombres distintos puede llegara ser un auténtico quebradero de cabeza, así que tenemos dos opciones, ambas buenas y que nos ayudarán a darle un toque extra de realismo a la novela a la par que ayudamos a nuestros lectores a memorizar:
Opción 1. Repetir nombres
En la vida real, casi nadie tiene un nombre único: todos se repiten; muchas veces, de hecho, los nombres pasan de padres a hijos. ¿Por qué no en nuestra novela? Si no queremos complicarle la vida al lector, eso sí, deberíamos tener cuidado con no utilizar esos nombres «comunes» para personajes que interactúen mucho o que puedan confundirse entre ellos.
Opción 2. Introducir nombres reales
Tal vez haya nombres reales que cumplan las características que has rellenado en la ficha: también puedes utilizarlos. Incluso, si no te convence demasiado la idea, puedes alterarlos ligeramente o escoger alguna de sus formas antiguas, abreviadas, extendidas... Lo importante es que se ajusten a tu escenario.
La primera criba
Seguro que en cuanto te pongas a escribir unos cuantos nombres te vendrán un montón de ideas a la cabeza; puede que no todas sean buenas, así que, después de la primera tormenta de ideas, será hora de hacer una criba. Los primeros candidatos para caer de la lista serán los que cumplan alguna de estas características:
-Son iguales o muy parecidos a palabras malsonantes en la lengua en la que escribes. A no ser que sea tu intención, sería conveniente tacharlos directamente. Para detectarlos, pronúncialos en voz alta.
-Son demasiado largos. Seamos realistas, en medio de una batalla nadie va a llamar Rododendro a tu personaje, así que, si piensas ponerle ese nombre, ocúpate de darle también un pseudónimo o un apelativo para no entorpecer la acción.
-Son difíciles de escribir o pronunciar. Vivimos en una era digital: la mayoría de tus lectores acudirán a la red para opinar sobre tu libro y tus personajes. Si los nombres no son fáciles de escribir o de recordar gráficamente, es muy probable que acaben mal escritos y la información sobre tu libro se fragmente. Además, este tipo de nombres son también bastante pesados para corregirlos: tú también te equivocarás. (Para evitar que tú te equivoques, existe un pequeño truco que explicaremos próximamente).
Asimismo, si tu lengua no acepta cierto tipo de sonidos, sería mejor no utilizarlos. Lo mismo se aplica a los símbolos de puntuación: a no ser que lo hagas por ambientación, es mejor utilizar sólo símbolos de tu lengua; te ahorrará mucha corrección, sobre todo si trabajas con programas no compatibles con Unicode UTF-8.
A este punto, por supuesto, hay excepciones más que notables, como la de Michael Moorcock en su saga del Campeón Eterno: en ella encontramos nombres como Erekosë, Yyrkoon, Dyvim Tvar, Imrryr o Straasha, que se salen claramente de los cánones del inglés. Esto demuestra que las reglas siempre pueden romperse, ¿no?
Importante
Todas las palabras se perciben por dos sentidos: la vista y el oído. Una vez que hayas decidido la forma de tus nombres, recuerda siempre adaptarlos a las normas de acentuación para que se pronuncien como tú quieres.
Con este pequeño artículo terminamos con el tema de la creación de nombres. ¿Os ha parecido útil? ¿Tenéis algún truco para crearlos?
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